Homenaje póstumo a Noel Campos Muñoz, vida y obra.

Siempre hay un motivo para reinventarse

Por: Edgar Alberto Campos Dorado.

El jueves 9 de junio en horas de la mañana sonó el teléfono y escuche esa noticia que nadie quiere oír, “tío, mi papá acabó de morir”, me dijo Juan Sebastián, de verdad uno no quiere escuchar semejante afirmación…ya no estaba entre nosotros el padre, el abuelo, el gran hermano, el maestro, pues ya había partido en medio del sueño de los justos.

Noelito, como lo llamaban cariñosamente sus hermanos y amigos más cercanos, ya tenía 78 años y se había retirado de los medios de comunicación. Tuvo como consigna ayudar a quien lo necesitaba, siempre fue un hombre que vivió en constante transformación para superarse así mismo, “no le tema a la competencia, sino a su incompetencia”, decía, así era él, lleno de chascarrillos que de una u otra manera acomodaba en la charla para sacar una sonrisa.

Dueño de una potente voz y agudeza mental que combinaba con una memoria a toda prueba heredada de sus padres Francisco Campos Vázquez y Belén Muñoz, dos campesinos del Líbano, Tolima, que orgullosamente contaban que descendían de los Pijaos.

La familia Campos Muñoz salió de sus tierras cuando estaba en pleno auge la violencia entre Liberales y Conservadores que después desembocaría con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Una tarde ya casi noche, con un grito desgarrador de la abuela Belén, cambio la historia de la familia, “Pacho, Pacho hay unas antorchas que se mueven en la entrada de la finca”, todo quedó en silencio, un pánico helado se apoderó de todos, hasta que el abuelo reaccionó junto a la ventana, “Belén corra con los mayores por el cafetal y pasa a la choclera y después cruza el rio y me espera detrás de la piedra”, mientras tanto él, corría por toda la casa buscando sombreros, ruanas y un carriel viejo que era su compañero de andanzas y donde guardaba su dinero, después, cargó a los más pequeños y salió despavorido en busca de la piedra.

Una vez juntos y en lo alto de la finca, vieron como el grupo de “cachiporros”, quemaban todo su patrimonio. Esa noche fue tétrica, recordaba mi padre, con melancolía. Al día siguiente, bajaron a las ruinas humeantes, no quedó nada. Escondidos en el pueblo, donde parientes, consiguieron quien los sacara en un destartalado carro para el sur del país, con destino a Popayán.

El abuelo Francisco decía que en esta tierra la violencia no era tan marcada y tenía copartidarios que le podrían ayudar. Pero, aun así, las amenazas llegaron y le tocó que huir al Occidente del departamento y se establecieron en el Zarzal, Tambo.

Pasado un tiempo, ya sin dinero y esperando que las tierras dieran sus frutos, le tocó salir a Popayán con sus dos hijos mayores: Francisco y Noel; para buscar donde colocarlos y así ganar el sustento familiar. Deambulando por las calles, alguien le dijo que los llevara a la Policía donde seguramente le podrían ayudar.

El abuelo habló con el comandante quien escuchó el problema que tenía y que aun a él, lo seguían buscando por ser conservador. Ese hombre conmovido por el relato recibió a los chicos y los puso como mensajeros internos, solo por un tiempo mientras mejoraba la situación para los Campos Muñoz.

Se despidieron los tres con un abrazo desgarrador, el padre lloraba por dejar a sus hijos y ellos por el temor de perder a su familia. En esta institución los dos casi adolescentes en contrarían el rumbo de sus vidas, con el tiempo, Francisco, se incorporaría para ser suboficial haciendo una carrera impecable que fue reconocida con muchas menciones a su hoja de vida y medallas por distinción a los servicios prestados a la Patria.

Para el caso de Noelito su vida tomó rumbo, el día que vio entrar por la puerta gigante del antiguo cuartel de la Policía (hoy la Casa de la Moneda) a tres alemanes, quienes traían la tecnología de Radio Comunicaciones para el departamento del Cauca.

Mi padre, hizo amistad con uno de ellos llamado Kujar, quien siempre fue muy formal y le permitió ser testigo del montaje de la antena y la consola de última generación, para la época, de radio operadores policiales, con ella, el departamento tendría comunicación directa con los distintos cuarteles y a su vez, enlazar con el comando en Bogotá.

Kujar un hombre flaco, alto desgarbado y pálido con un hablar enredado, dejaba entrar al joven a las capacitaciones del único policial elegido para manejar la consola y quien recibiría todos los códigos para enviar mensajes cifrados, era una capacitación del más alto secreto, pero como él decía: “Dios y amigos”, Noelito estaba ahí presente.

Pasados unos días o tal vez meses, relataba mi padre, el hombre de comunicaciones se enfermó gravemente y lo hospitalizaron de urgencia, como consecuencia el comando Cauca estuvo apagado tres días, formando un caos de grandes proporciones al punto que llegó un mensaje “o prenden la consola al término del mensaje o hay relevo en el comando Cauca, cúmplase”, por esas casualidades que Dios solo sabe por qué pasan, a mi padre le tocó llevarle ese mensaje al comandante y éste al leerlo entró en cólera.

“Campitos”, como también era conocido, sacó valor y le dijo que él podía prenderla. Ahí asumió el reto que le cambiaria toda la vida, arrancó la consola y sacó su libreta donde tenía todos los códigos que Kujar le había dicho que escribiera, “apunta lo importante, de lo demás te vas a acordar”, en ese cargo duró unos años, hasta que llegó una comisión de Bogotá y descubrieron que el radio operador era un civil y para colmo, menor de edad y sin vinculación a la institución.

Pero ya no podían sacarlo, pues el comando decidió que eso sería muy peligroso y decidieron relevarlo del cargo, pero al tiempo lo nombraron en propiedad, como agradecimiento. Eso sí, le toco dar la capacitación inicial a los agentes elegidos para tal fin.

Lo enviaron al tercer patio del cuartel, como asistente del Comisariato, una oficina encargada de todas las compras institucionales y desde ahí emprendió el camino por todos los trabajos que un civil podía desempeñar y logró hacer carrera como Adjunto Especial.

Ya había encontrado su gusto por la radio en amplitud modulada AM, que escuchaba en los equipos de la Policía y empezó a seguir a los narradores que luego harían historia en la radio difusión colombiana como: Carlos Arturo Rueda C., Armando Moncada Campuzano “El Monqui”, Eduardo Aponte Rodríguez, Eucario Bermúdez y tantas otras voces que le permitieron aprender a modular la voz.

Continúo ayudando a su familia, aunque el abuelo mejoró su situación económica y se estableció en Popayán, lo que le permitió ser Inspector de Policía y Alcalde encargado en algunos municipios para culminar como Gerente de Talleres Editoriales del Departamento, donde finalmente logró su jubilación.

En esos momentos mí padre ya era un deportista consumado y hacia parte de los equipos de microfútbol, ciclismo, vóleibol, básquetbol de la institución y ya tenía perfilado su estilo como narrador, pues le permitieron montar una emisora interna que llamó “la voz del Combeima” en honor a su tierra, pero solo era un parlante gigante con un micrófono pegado que ponía a funcionar cuando él no jugaba.

Fue Don Luis Burcar, el dueño de la “Voz del Cauca”, antes que perteneciera a RCN, quien le dió la oportunidad de hacer sus primeros pinitos en la naciente radiodifusión caucana. Ahí se desempeñó como presentador de eventos, narraba algunos certámenes deportivos, esta experiencia le sirvió para quitarse el miedo de una vez por todas.

Al cambiar de propietarios la mayoría de los trabajadores salieron, pues “cada torero, trae su cuadrilla”, decía y fue a tocar las puertas de Caracol Popayán, en esta emisora se encontraría con Hembert Paz Gómez, Darío Ríos Polanco, Luis Arévalo Cerón y un grupo de jóvenes también gomosos por la radio difusión al comando del experimentado Carlos Vera.

En Radio Popayán surgieron programas como: “De ronda por los Barrios”, que era la manera de ir buscando cantantes cada ocho días para que expusieran su talento en vivo, también nació “La maratón de Verano”, dirigida por Luis Arévalo, donde se invitaba a correr a jóvenes aficionados por las calles de la ciudad, tradición que aún se conserva.

Eran épocas donde transmitir un evento era una verdadera odisea, pues para el caso del fútbol, había que buscar una casa cercana al estadio y que tuviera un teléfono, además tenían que pedirlo prestado para usar como puente la línea de 500, como se le conocía, para salir en directo.

En cierta ocasión el cable solo alcanzo hasta la pared occidental del estadio y no hubo más remedio que subirse a la tapia y desde ahí narrar el espectáculo. Esa anécdota la vivió con Luis Arévalo. Con el pasar del tiempo, lo ascendieron al archivo mayor y, decidió terminar sus estudios nocturnos en el Colegio José María Carbonell, posteriormente ingresaría al SENA, donde terminó un técnico en relaciones Industriales, que completaría con otros créditos en Administración.

Ya se había casado con Yolanda Dorado Paredes, su esposa, quien lo acompaño hasta sus últimos días. De dicha unión, tuvimos la fortuna de llegar a ese hogar, Adriana y yo. Fue un papá muy cariñoso y juguetón, recuerdo que lo esperábamos para ver con que iba a salir, mi hermana no cenaba por esperarlo.

Cuando llegaba, se disponía a inventar algo para saltar de cama en cama o se disfrazaba para contarnos las historias de su infancia. De mi madre, solo puedo decir que fue el amor de su vida, pues a ella le dedicó sinnúmero de canciones en las cuales expresaban sus sentimientos por ella: Mujer divina, Cinco centavitos, Un ramito de violetas, No renunciaré, Yo soy aquel, entre otras que siempre coleccionó.

También le escribió un libro de poemas, ilustrado con fotos que recortaba de revistas. Era un sentimental sin remedio, prefería un abrazo y un beso a cualquier regalo.

A medida que progresaba en la radio, también lo iba haciendo en la institución, a la cual sirvió toda la vida. Posteriormente, lo nombraron, jefe de Incorporación, allí tendría una tarea muy delicada que era seleccionar al personal que se presentaba voluntariamente a la policía, esa fue una experiencia que lo llenó de mucho orgullo, pues ahí conoció el verdadero rostro de los policiales en Colombia, no era más que gente del campo, que veía en la institución una manera de servirle a la sociedad.

En este cargo obtuvo muchas satisfacciones porque los elegidos por él se desempeñaron con lujo de detalles. Pero también, ahí mismo, tendría una de las penas más grandes del cual fui testigo. Un sábado en la tarde llegó a la casa muy entristecido y bañado en lágrimas pues le acababan de informar que los policías que estaban en un municipio del oriente del departamento habían sido atacados por la guerrilla en una toma de más de 12 horas y cuando llegaron los refuerzos no encontraron a ninguno con vida.

Esos policías abatidos, los había incorporado él, y no eran más que campesinos, gente humilde y buena, decía llorando desconsolado en los brazos de mi madre.Ya casi al final de su carrera en la Policía, lo ascienden a la Jefatura de Relaciones Públicas, donde pudo establecer un puente con los medios de comunicación escritos pues su amplia trayectoria le permitía pasar las noticias más sobresalientes de la institución al diario El Liberal, donde encontró el apoyo decidido de Don Rafael Fernández Torres “Fico”, toda una institución del periodismo, un señor sin igual, que le daba consejos.

Con el relevo generacional del Liberal, llego a la dirección Carlos Campo “Cate Campo” su compadre y también mentor. “Cate” fue quien lo animo para que escribiera como corresponsal a periódicos de circulación nacional con en efecto lo hizo en el Espacio y El Diario Occidente.

Todo esto lo hacía a la par con la radio donde pudo transmitir los eventos culturales y cívicos que la institución realizaba en Popayán.

Terminado su ciclo en la Policía donde fue reconocido a nivel nacional por establecer un puente entre la comunidad y la institución a través de la radio y la prensa, se presentó al cargo de gerente en RCN, donde lo eligieron porque ya contaba con una amplia trayectoria en la radio difusión, esa fue otra oportunidad para reinventarse pues poco sabia de administrar y menos de ventas en pauta radial.

En RCN, pudo alternar con Julio Arrastia Abrica (q.e.p.d.), una leyenda de la narración deportiva en el país y con Jairo Chávez Ávila que en la actualidad continua con la cadena.

En esta empresa tuvo la oportunidad de crear eventos deportivos como los torneos de microfútbol femenino y masculino de gran acogida por la comunidad y también realizo eventos para recoger donaciones en favor de los reclusos de la penitenciaría y el buen pastor. Todas estas acciones hacían que la cadena creciera en imagen y por consiguiente en ventas lo que le represento en varios premios como, por ejemplo: Le permitieron renovar los transmisores, trajo el primer estudio de grabación AMPEX, que eran cuatro grabadoras de carreto abierto que podían funcionar en simultanea de ser necesario, también, trajo el primer Móvil de RCN a la ciudad, era un carro amarillo con lo último de enlaces microondas para salir al aire en un radio de 10 kilómetros.

El, era consciente que competir contra CARACOL, no era fácil, por eso a más de traer la tecnología del momento, era necesario tener un personal a la altura de semejante reto y es ahí donde llegan a la radio Guillermo Muñoz Velázquez, Oscar Manuel Urrego, Ovidio Reinaldo Hoyos Mosquera, Marco Cesar Salazar (q.e.p.d.) y como voz comercial llego Guillermo Valencia Ruiz, también iniciaron el camino de la radio: Silvestre Campos Muñoz, su hermano, quien desarrollaría una exitosa carrera como comentarista deportivo y que aun continua ejerciendo.

Fueron muchos los que tuvieron la oportunidad de entrar a ese maravilloso mundo radial, pero, “como todo lo bueno, no dura mucho”, su paso por RCN termino y fue recibido en TODELAR, La Voz de Belalcázar, ahí conformo otro gran equipo de narradores y comentaristas para hacer el deleite de los oyentes. Alterno con: Miller Giraldo Manjarrez, Marco Aurelio Mauna, Gustavo Valencia Ayala y Darío Valencia Ayala (q.e.p.d.), a mi juicio, una de las mejores voces de la radio caucana.

En La Voz de Belalcázar iniciarían sus programas insignias: “Así Canta Colombia” y “Boleros y Rancheras”, que luego llevaría a otras estaciones como: Radio Super, Ecos del Paleteará y la Caucana 1040 de la Red Sonora. Pero, como siempre manifestó: “propuestas de soluciones a los problemas”, La Gobernación del Cauca necesitaba un periodista con trayectoria y fue elegido el primer jefe de prensa en esa institución, labor que llevo a cabo con altura y siempre sobreponiéndose a los retos que el cargo exigía, alternado siempre con la radio.

Pudo trabajar junto a los gobernadores Humberto Peláez Gutiérrez, Gerardo Bonilla Fernández, Amalia Grueso De Salazar, Julio Arboleda Valencia, Diego Castrillón Arboleda, Coronel (R) Víctor Gómez Gómez, César Tulio Vergara Mendoza y César Laureano Negret Mosquera, quien decide prescindir de los servicios y lo envía como jefe de prensa a la Industria de Licores del Cauca.

El terremoto de Popayán en 1983 fue un capítulo de su vida periodística que pudo desarrollar para el Diario Occidente de Cali, en este medio relato las historias de la tragedia vivida ya que también fuimos perjudicados por ese evento sísmico, pero él, se las ingeniaba para trabajar en la gobernación, hacer reportes de prensa a los medios que le solicitaban y apoyaba a los colegas de otras regiones que llegaron hacer el cubrimiento. Mientras tanto en su programa de radio, también tuvo un cambio, pues ante este hecho, creo su noticiero de los domingos, antes de iniciar con los musicales ya mencionados.

Continuo su trasegar periodístico por instituciones como: La Federación Nacional de Cafeteros, La Contraloría Departamental. Siempre estaba en la búsqueda de nuevos espacios para desarrollar a plenitud su periodismo y decide incursionar en la televisión local junto a Manuel Fernando Pereira quien le abre un espacio en su canal y funda a Meridiano Noticias que luego se transformaría a Meridiano Comunicaciones.

Esta gesta la inició como una empresa de familia donde pudo visionar y desarrollar otras facetas como la de presentador noticioso y la de productor.

Posteriormente pasaría a Cable Cauca donde fue recibido por Darío Quintero, en este canal, salieron al aire programas como Temas de Ciudad, Mascotas felices en TV., y Meridiano Noticias.

El paso inclemente del tiempo cobraría su parte y con la edad llegaron los quebrantos de salud que afronto con gallardía gracias a los cuidados de la familia y a los de mi hermana quien fue fundamental para que superara su crisis.

En su carrera periodística pudo entrevistar a personajes de la vida nacional como los expresidentes: Julio Cesar Turbay, Carlos Lleras, Misael Pastrana Borrero, Víctor Mosquera Chahux, también personajes de la talla del empresario Carlos Ardila Lule, Fernando González “Pacheco”, Jorge Barón, Toto La Momposina, Leonor González Mina “la Negra grande de Colombia”, Fausto, Noel Petro “El Burro Mocho, Claudia de Colombia, Camilo Cifuentes, German Vargas lleras, en el ámbito local, entrevisto a todos los personajes de la vida pública, “si hay noticia, hay entrevista”, en fin, no me alcanza la memoria para nombrarlos a todos los personajes que entrevisto en una carrera de más de 50 años que culmino el jueves 9 de junio en horas de la mañana cuando sonó el teléfono y escuche esa noticia que nadie quiere oír, “tío, mi papá acabo de morir”. Infinitas gracias, padre, continuamos con tu legado

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